viernes, 21 de diciembre de 2012

Suspenden la campaña contra la polio en Pakistán



Los talibán volvieron a poner ayer en el punto de mira de sus fusiles a los trabajadores de la campaña antipolio en Pakistán. Otros tres murieron ayer en ataques que elevaron a ocho el número de víctimas esta semana. Las organizaciones internacionales se vieron forzadas a suspender sus actividades con vistas a erradicar esta enfermedad aún es endémica en Pakistán.

Los ataques se multiplicaron ayer en Peshawar, al noreste de Pakistán, entre la frontera afgana y las zonas tribales paquistaníes consideradas protalibán y que se oponen a la vacunación contra la poliomielitis. Una empleada y su chófer fueron asesinados por hombres armados en Charsadda, cerca de Peshawar. Un hombre herido de bala en la cabeza por la mañana, finalmente sucumbió a sus heridas en el hospital. Otro se debatía ayer entre la vida y la muerte.

En la misma zona, dos hombres armados que circulaban en moto abrieron fuego contra cuatro mujeres que administraban vacunas, aunque no las alcanzaron.
En respuesta a la violencia, Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS) -que supervisan y apoyan la campaña de vacunación- suspendieron sus actividades en «todo» el país, comunicó Michael Coleman, portavoz de Unicef en Islamabad. Las autoridades paquistaníes, que asisten a la vacunación con voluntarios sobre el terreno, anularon la campaña en las provincias de Sind (al sur) y de Khyber Pakhtunkhwa (noroeste). Unicef y la OMS denunciaron que estos ataques «privan a las poblaciones más vulnerables de Pakistán, y principalmente a los niños, de los cuidados más básicos».

Según los datos de la OMS, el año pasado se registraron 198 casos de poliomielitis en Pakistán, los peores en un decenio. Este año, se detectaron 56 casos en el noroeste del país, región poblada por la etnia pastún y situada en la línea de frente de la guerra contra el terror.

Ciertos imames paquistaníes consideran la vacuna contra la polio «haram», pecado. Y llevan años haciendo campaña contra ella, incluso con mensajes por radio. Miles de padres, influidos por estos predicadores, rechazan que sus hijos sean vacunados contra esta enfermedad vírica que puede provocar parálisis. Los imames consideran que la vacuna contiene cerdo -prohibido en el islam-, que provoca infertilidad y que la campaña está financiada por Occidente con el fin de debilitar a los musulmanes.

Como consecuencia de esta hostilidad, los trabajadores sanitarios llevan cinco años arriesgando sus vidas, exponiéndose a ser secuestrados o asesinados, para vacunar a decenas de miles de niños.

Los comandantes talibán también han prohibido la vacunación en su territorio, acusando a los trabajadores humanitarios de ser espías. Los señalamientos se han incrementado a raíz del llamado caso Afridi. El paquistaní Shakeel Afridi fue condenado en mayo a 33 años de cárcel por un tribunal paquistaní por haber participado en una falsa campaña de vacunación contra la hepatitis B, organizada por la CIA en Abbottabad (noroeste), con la que se aseguraron, a través de análisis de ADN de la familia, de que Osama bin Laden se encontraba en la ciudad, tal y como sospechaban. La campaña se llevó a cabo en marzo de 2011, poco antes de que las fuerzas especiales de EEUU mataran al líder de Al Qaeda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario