lunes, 8 de julio de 2013

Los pasos a seguir para no quemarse bajo el sol


Hay que darse la crema unos 20 minutos antes de exponerse al sol, extender una cantidad adecuada y uniforme, repetir la aplicación cada dos horas, evitar las horas centrales del día... Los consejos para protegerse de las radiaciones solares han calado en la población en los últimos años; sin embargo, las cremas solares siguen siendo un misterio para muchos consumidores. El doctor Enrique Herrera-Acosta, dermatólogo del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga; Carmen Esteban Sanchidrián, directora técnica de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa) y Cristina Biurrun, directora científica de L’Oréal España, desvelan algunos de los secretos de la protección solar. 

UVA Y UVB. Los rayos UVB son los responsables de la acción más inmediata del sol sobre nuestra piel: quemaduras (eritemas), problemas de pigmentación y algunos tumores cutáneos (de tipo no melanoma). Los rayos ultravioletas A (UVA), en cambio, son los responsables de los daños a largo plazo: fotoenvejecimiento, melanoma... De las radiaciones invisibles del sol que alcanzan la tierra, el 97% es UVA y sólo el 3% UVB. 

¿QUÉ SIGNIFICA SPF? Este índice de protección solar (del inglés, sun protection factor) se refiere al tiempo que la piel está protegida contra la acción de los rayos UVB. Es decir, el tiempo que tarda en aparecer enrojecimiento en la piel, con respecto a lo que ocurriría si no llevásemos crema: un índice 15, por ejemplo, significa que el usuario tardará 15 veces más tiempo en quemarse con la crema que si no la usase. El índice SPF (que oscila entre 6 y 50+) no se refiere a los rayos UVA, de los que también es necesario protegerse. De hecho, la Comisión Europea recomienda que los protectores incluyan al menos un tercio de la protección UVA que tienen para UVB: una crema con un factor de protección SPF 30 debería tener al menos un factor de 10 frente a los rayos UVA si quiere estar homologada. El consumidor puede distinguir los productos homologados por un círculo que rodea las siglas UVA en el envase. 

¿CÓMO FUNCIONAN? Los ingredientes de los protectores pueden ser de dos tipos: los llamados minerales (filtros físicos) y los orgánicos (químicos). Los filtros físicos funcionan casi como un espejo, reflejando la radiación solar; mientras que los compuestos químicos (fabricados a partir de moléculas de carbono), absorben esa radiación infrarroja y la disipan, transformándola en calor. En la actualidad únicamente existen 28 filtros solares autorizados en la UE, que las firmas cosméticas utilizan y combinan en cada crema en función de diferentes factores. 

INGREDIENTES HABITUALES Los filtros físicos (como el dióxido de titanio o el óxido de zinc) suelen emplearse con más frecuencia en productos infantiles y se consideran más adecuados para pieles sensibles, porque son más hipoalergénicos y es raro que produzcan reacciones alérgicas en la piel. Aunque antiguamente se asociaban estos filtros con las cremas más densas y difíciles de repartir, el sector insiste en que se ha reducido el tamaño de las moléculas para que puedan extenderse con más facilidad. Los filtros químicos más habituales son los cinamatos, octocrileno, ensilizol, mexoriles... 

OTROS COMPONENTES. Cada fabricante combina los filtros solares que desea para obtener el nivel de protección deseado frente a los rayos UVA y UVB: no se usan las 28 sustancias autorizadas a la vez, sino que se busca una combinación de filtros que actúen de forma sinérgica entre sí. En esta receta (que puede combinar tanto moléculas físicas como químicas) puede influir, por ejemplo, la textura que va a tener la crema. Es decir, hay determinados filtros que funcionan mejor en un medio más soluble que en cremas más untuosas; otros que se incorporan peor en los aceites... Además, es habitual que las firmas incluyan otros elementos antioxidantes, vitaminas, hidratantes, para reforzar su resistencia al agua... 

¿QUÉ ES LA PANTALLA TOTAL? Aunque este reclamo se utilizó publicitariamente durante años, no existe tal protección total. Ninguna crema solar es capaz de absorber el cien por cien de la radiación solar que llega a nuestra piel, por lo que las medidas de prevención adicionales son fundamentales: protegerse en la sombra, no tomar el sol en las horas centrales del día, utilizar gafas de sol y sombrero... Además, como recuerdan los dermatólogos, las condiciones de laboratorio en las que se prueban los cosméticos no son iguales al mundo real, en las que el usuario puede sudar, mojarse, frotarse con la toalla y perder así parte de protección. 

¿SON SEGURAS? Los filtros físicos están diseñados para quedarse en la superficie de la piel, mientras que los químicos sí se absorben. Esto ha hecho que estos últimos se consideren más peligrosos, por los efectos que puede tener el producto químico absorbido en el organismo. En 2008, un informe del Centro de Control de las Enfermedades de EEUU (CDC) descubrió restos de oxibenzona en la orina del 97% de 2.500 individuos analizados; sin embargo, el documento no aclaraba si dicho tóxico –habitual en las cremas solares– procedía de estos productos, ni cuáles son sus efectos en el organismo. En este sentido, los dermatólogos señalan que los beneficios de proteger la piel de la radiación solar sigue siendo, hoy por hoy, mayor que cualquier riesgo. 

¿Y LOS NIÑOS? La piel tiene memoria, por lo que las quemaduras en la infancia pueden tener consecuencias a largo plazo. Por eso, proteger a los más pequeños de los rayos solares es incluso más importante. Los dermatólogos no recomiendan exponer al sol a los menores de seis meses y no darles crema antes de esa edad –porque no se han investigado sus efectos–. A partir de esa edad, es preferible usar filtros físicos y evitar la exposición directa al sol. 

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